domingo, 3 de agosto de 2008

Resumen

Hoy, la verdad, no sé de qué hablar.
Había estado al menos los últimos tres días con algo dando vueltas no sólo en mi mente, entre mis fibras también, y no me dejaba en paz. Como esa voz persistente que viene atormentando cada vez que cierras los ojos, vencida por el sueño.
Me perseguía hasta por la ducha, en el fondo de mi sopa, en lo más íntimo de mi cabeza cuando vuela ligera por el licor. Cuando no puedo defenderme.
Y lo más impresionante... jamás pude saber qué era eso, exactamente. Tenía vagas ideas, sé que algo se trataba de él, un poquito, pero demasiado poquito como para entregarle la idea completa. Demasiado poquito, era. Había también algo de mí. Mucho más de mí que de él, de todas maneras, mucho más de mí. Pero qué de mi! Insoportable. Era yo en mi más pura esencia, molestandome hasta los huesos. Quizá nunca dejé realmente el país ese de las maravillas... hasta hoy. Hasta ayer (incluso puede ser).
Pero corria vieja como esa necesidad de hablar, urgente, ahora, en este momento, contigo, más el silencio es intimidante. No sé de qué tengo que hablarte, pero tengo que hacerlo. Tengo demasiado.